sábado, 25 de agosto de 2012

Por mis huevos


Siempre se ha dicho que los mexicanos tenemos muchos huevos, y es cierto pues existen grandes productores avícolas, pero ahora resulta que ahora nos faltan huevos, y por esa falta de huevos estamos pagando hasta $40.00 por kilo de un producto que, según el secretario de economía Mexicano, estaría caro a $20.00.

Según el secretario, Bruno Ferrari, de quien espero haga honor a su apellido y tome las medidas necesarias a toda velocidad como parece que va a ser, ya que, según dijo, de seguir los especuladores encareciendo el precio por sus huevos,  permitirá que entre dicho producto proveniente de Colombia y Malasia. Qué bien por esos países que van a vender su producto y qué mal por la economía Mexicana que se ve otra vez afectada porque unos cuantos especulan por sus huevos.

Ahora nos toca hacer algo mientras esto se resuelve y no caer en las trampas de un nacionalismo o patriotismo malentendido. Si nos recomienda el secretario de economía que no compremos huevos no es por afectar a los productores mexicanos, sino para que los especuladores no nos roben y obligarlos a que pongan el precio correcto por nuestros huevos. El hecho de permitir la importación de huevo de otros países no es más que un castigo a ellos. Y si el huevo colombiano o malayo es más barato es porque los mexicanos que tienen los huevos incrementan el precio nomás por eso, porque tienen muchos huevos. En condiciones normales no deberíamos importar huevos pues tenemos suficiente producción, en condiciones normales, el huevo colombiano o malayo es más caro.

No es que los colombianos y malayos nos quieran meter los huevos, de hecho ellos ni siquiera estaba invitados a la fiesta, lo que pasa es que los especuladores no nos quieren soltar los huevos.

Te invito a que, por tus huevos, vayas a comprarlos donde te den un precio justo.

jueves, 24 de mayo de 2012

Mi lengua habla

Si debemos hablar, que sea. Aunque luego nos arrepintamos de lo que dijimos. Que hable nuestra lengua lo que le dicta nuestro abdomen, que se salga todo lo que traemos dentro. Vomitar las palabras, es mejor que no decir nada, más daño nos hace quedarnos callados y tragarnos lo que debe salir que gritar lo que pensamos. Al fin que luego, cuando ya nos hayamos ido, lo que dijimos, igual que nosotros, también será olvidado.

Lo que debemos enseñar.

En un excelente momento de mi vida, note con tristeza que había olvidado enseñar lo básico. O si no lo he olvidado, al menos quizá no lo he hecho bién.

Saludar como si hubieramos estado inseguros de volvenos a encontrar, despedirse como si no estuvieramos seguros de volvernos a ver, agradecer como si supieramos que lo que recibimos no necesariamente lo merecemos, o como si la persona que nos lo da tuviera tambien la opción de dejar de hacerlo.

A veces lo que hacemos es sólo adornarnos para la fiesta de la vida y asistir a ella cada vez que se nos llama, disfrutar y consumir, bailar, gozar y aportar nuestra persona para el disfrute de las otras o para nuestro disfrute a costa de otros, dejarnos querer, ponernos de modo y aplazar el momento de corresponder o, mínimo, de agradecer.

Saludar, despedirse, disfrutar y agradecer, eso es algo que hay que saber, que hay que enseñar y que hay que ejercer.

Saludamos a la vida cuando nacemos, con un llanto o con el simple hecho de comenzar a respirar. Tomamos desde que nacemos muchas cosas que se nos dan, comenzando con el aire de la vida y muchas veces nos olvidamos de decir gracias a alguien por eso. Nos despedimos con llanto cuando la vida se acaba, y muchas veces ese llanto no es escuchado por aquella persona por la que lo emanamos. Somos pródigos en llanto cuando alguien muere, pero no fuimos capaces de saludar, despedirnos, disfrutar y agradecer a esa persona cuando la teníamos en vida frente a nosotros.

Se nos olvida dar las gracias como si nos merecieramos todo. Se nos olvida dar las gracias como si fuera un derecho divino recibir lo que recibimos, se nos olvida dar las gracias como si no nos interesara seguir recibiendo más.

Mínimo con el mezquino interés de que no nos falte, deberíamos regresar a dar las gracias por lo que hemos recibido. Y más si se trata de un ser terrenal como nosotros. No sea que se sienta lastimado con nuestra ingratitud y nos castigue... al fin somos humanos y si a mi no se me activa el impulso de agradecer a él o ella se le puede desactivar el impulso de dar. Es más dificil que se canse el que recibe que el que da.

Saludar: Hola, buen día, saludos, etc.
Despedirse: Hasta luego, nos vemos, bye, adios, etc
Disfrutar: Wow! está padrìsimo, que rico, que bonito, etc.
Agradecer: Gracias.

Gracias por leerme.