domingo, 19 de septiembre de 2010

Le doy gracias a Dios.

Y le sigo dando gracias a Dios


Le doy gracias a Dios por mucho, por todo, por todos.

De hoy, por haber visto en la tele el grandioso trabajo de artistas en un fabuloso desfile por el bicentenario, no supe que iba a pasar, no supe que había sido, pero hoy, días después, puse el canal justo a tiempo para ver la grandiosidad de tantos artistas mexicanos y cómo la plasman orgullosamente en su arte y su sentido patriota. De hoy, por contar con mi familia para solventar algunas dificultades menores, y también saber que en las mayores así será, rogando que no pase.

De ayer, por haber podido regresar a casa después de habernos quedado sin auto en medio de una carretera nueva, poco señalada y aún sin inaugurar, a la que Javier, el chofer de la grúa, llegó porque dijo que él nunca dejaba un servicio sin completar. De ayer, por poder conservar la calma para calmar a mi esposa y mi hija. De ayer, por haber viajado, aunque sea cerca.

De antier, por haber podido acompañar a mis tíos Nacho y Rosaura a celebrar 50 años de matrimonio, porque mis papás hayan estado ahí, especialmente mi papá que depende de un tanque de oxígeno. Muchos ni siquiera vivirán 50 años, mis tíos se han acompañado como esposos durante todo ese tiempo.

De la semana pasada, por haber podido viajar, y volver a casa después de ver a mi hermano y su familia, y ver en sus caras la sorpresa, la esperanza y la renovación de ánimo que todos necesitamos de vez en cuando.

De antes de eso por lo que sea que haya pasado, porque estoy seguro que, en un recuento optimista de cualquier día de nuestras vidas, debemos encontrar algo por lo que haya valido la pena vivirlo.



Gracias Dios, por siempre mantener viva en mí esa capacidad de asombro que tanto valoro.